Archivo | julio, 2016

EL Cajón Flamenco es AFRO-PERUANO ¿apropiación cultural?

30 Jul

Hablando de apropiación cultural, en uno de los foros al cual estoy enganchada, me acordaba de que uno de los instrumentos más simbólicos del flamenco español es afro-peruano, y son pocos los artistas flamencos que hacen dicha referencia y aún menos sus seguidores saben algo del origen de dicho instrumento. Esta falta de reconocimiento hace que diversos artistas afroperuanos tengan que hacer una reivindicación en sus presentaciones en España, en la que pocos españoles asisten.

Historia del cajón Peruano:

Lo que está claro de este debate es que el origen ancestral del instrumento hay que buscarlo en los esclavos africanos y en las privaciones que en la peculiar geografía costera del Perú vivieron, donde no abundan precisamente las maderas y parches con que reconstruir los tambores que sonaban en su inconsciente colectivo. En el Perú colonial del siglo XVII se llegó incluso a promulgar un edicto que prohibía el uso de tambores y la ejecución del panalivio, una forma de canto y danza popular de la época, que denunciaba el maltrato a los negros.

Según el folklorista argentino Carlos Castro, «los africanos en el Perú durante los siglos XVIII y XIX, especialmente los de la costa del Pacífico, usaban también para sus fiestas de tambor, los cajones de fruta y otros alimentos que encontraban en desuso en los puertos, principalmente el puerto de El Callao. Y que los cajones originales fueron eso, simples cajones de embalaje a los cuales se les desclavaba una tabla para producir más vibración de la madera al ser percutida». Los escasos cronistas de la era colonial que describen la música peruana popular hablan de tambores, vihuelas y guitarras, incluso de «calabazas», pero aún no mencionaban al cajón. Sin embargo, describen otras variedades de ingeniosos instrumentos de acompañamiento, como los tamboretes (un pedazo cuadrado de madera cepillada, sobre cuatro soportes, como una mesa pequeña) y los tambores hechos de troncos de árboles huecos y cortados de diferentes alturas, que se pulían y cubrían en uno y otro extremo, con piel de animales. Nicomedes Santa Cruz, glosador del sonido del instrumento, alega otro posible origen derivado del par de cántaros cónicos de cerámica, o botijas, que se usaban antiguamente para acompañar la zamacueca, género antecesor de la marinera, «buque insignia» del folklore nacional peruano. La boca de los cántaros solía recubrirse de parches de piel de burro. La botija más grave se llamada llamador y la otra, destinada a la improvisación de ritmos más atrevidos, repicador.

¿Cómo llego a España?

Lo trajo Paco de Lucía del Perú en los 70 y rápidamente adquirió carta de nacionalidad en el estilo a manos del percusionista Rubén Damtas. Seguramente Paco de Lucía quedó subyugado no sólo por el sonido que oyó extraerle de manos de los criollos peruanos, sino de sus posibilidades como sustituto y refuerzo de las únicas percusiones que hasta entonces admitía el género: las palmas, el taconeo o el repique ocasional en el lomo u otras partes de la guitarra. Cierto es que algún palo del cante flamenco, concretamente el martinete, se acompañaba antiguamente a golpe de martillo y yunque en las fraguas andaluzas, y que es bastante habitual que el cantante huérfano de otro acompañamiento mejor utilice los dedos y nudillos para sentar el patrón rítmico golpeando la tabla de una mesa. Pero hasta entonces, los intentos de dotar al flamenco de un instrumental de percusio habían sido meros ensayos sin solución de continuidad.

Fuentes:
http://joss-percusion.jimdo.com/2011/02/05/historia-del-caj%C3%B3n-flamenco/ http://cajonflamencofelipebueno.es.tl/HISTORIA-DEL-CAJON.htm