Les comparto esta publicacion en la que participé junto a mi madre, y otros peruanos quechuas en Barcelona. gracias a Nationalia y Matilde Gordero-Moreno por otorganos visibilidad en esta sociedad. La publicación esta en catalán, pero me he tomado la libertad de traducir una parte al castellano.
El quechua es la lengua común de algunos de los pueblos indígenas de los Andes, en Sudamérica. En Perú, el país con más hablantes, es el idioma originario mayoritario. Allí, entre los años 70 y los 90 del siglo pasado, la economía, la búsqueda de oportunidades y la violencia generaron grandes movimientos de personas de las montañas a Lima y a otras ciudades costeras. En Cataluña, se estima que varios miles de personas hablan esta lengua.
¿Podemos aspirar a ser un gran país Cuando las mayorías somos tratadas como sirvientes por el gran delito de Nuestra piel y Nuestro origen?
Marco Avilés, No soy tu cholo
-Cómo has conseguido casarte el señorito? -le preguntó una vecina de su suegra.
En el año 2000, Erika Ibargüen acababa de llegar a Barcelona. Se había casado unos meses antes con un catalán en Arequipa, la ciudad donde se habían conocido y donde Erika había crecido. Sus suegros nunca habían puesto en duda la autenticidad de su vínculo afectivo, pero la vecina sí lo hizo:
–Conozco muchas peruanas y todas cuidan ancianos o limpian culos le dijo al pie de la escalera.
No se explicaba cómo se había hecho Erika. Tampoco sabía nada de su vida. No sabía que había conocido a su marido en el cibercafé que él administraba, ni que ella era arquitecta, ni que el despacho que hasta entonces había tenido el Perú era muy próspero, tanto, que había sido la principal fuente de ingresos de la pareja. No sabía que habían decidido mudarse a Barcelona, la urbe natal de él, porque el fujimorismo había puesto Erika en el punto de mira, ya que se rebelaba contra la corrupción, contra las comisiones que había que pagar a los ayuntamientos en los concursos para adjudicar proyectos. Así que, a regañadientes, dejando padres y amigos atrás, hicieron las maletas.
A finales de los años 90, el poder del presidente de la República del Perú, Alberto Fujimori, se había extendido como una mancha de aceite. En una década, entre otras acciones que más tarde le llevarían ante la justicia por violaciones de derechos humanos, cerró el Parlamento y concentró los poderes legislativo y judicial. Por todos esos delitos, el ex mandatario fue condenado a más de 30 años de prisión, donde vive desde 2007.
Erika entendió la imagen que la vecina de su suegra se había hecho de ella: mujer, inmigrante, sudaca. La misma que se han hecho muchas de las personas con las que ha tenido relación desde que llegó, la misma de la que ha sido víctima un compatriota suyo que tiene un bar:
-Antes tenía otro local y contrató un camarero de aquí. Puedes creerte que los confundían? Daban por hecho que él era el empleado! -exclama, indignada-. A mí también me pasa. Hay que trabajar el doble o el triple que la persona que tienes frente a ti. Siempre tienes que demostrar más experiencia, esforzarte más. Y si eres una mujer, aun es más complicado. Tienes que
defenderte constantemente.
Gran parte de la conversación girará en torno a ese tema: la discriminación y el racismo. En Mataró y en Arequipa, en Barcelona y en Lima.
-Y sabes qué? Que quienes soportamos esto somos los de las montañas, los cholos, los indígenas o mestizos. Amigas mías de Lima, blancas, se han vuelto porque no podían más. Allí, por su color de piel, son alguien. Aquí, son como yo, sudacas. Y siempre -recalca-, siempre, hay que tener alguien detrás. Yo he tenido una socia muchos años y eso me ha ayudado enormemente, si no … Mis clientes se ponían nerviosos cuando los iba a ver con mi trenza y mi poncho, que, por cierto, es una pieza de ropa de origen quechua. Además, los desconcierta mi acento, que no es como el de un peruano que tenga como lengua materna el español.
Reportaje completo: Quítxues: el moviment perpet
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